Notaba la presión en mis oidos y aquello me recordaba aún más que estábamos llegando a la zona tibetana, fue un gran momento.
La llegada a Shangrila fue pasada por agua, desgraciadamente nos llovió practicamente todo el tiempo.
Fue muy curioso ver cerdos por la calle nada más salir de la estación de autobuses, además aquellos cerdos eran negros, que gracia!
Por supuesto, había muchos puestos de comida y restaurantes, los cuales ofrecían el plato típico de la zona, Yak Hot Pot. Nos habían comentado que estaba muy bueno y también que si teníamos ocasión, probáramos el vino de la zona, así que tras preguntar aquí y allá, encontramos un restaurante con aspecto agradable en el que nos ofrecían las dos cosas. Fue todo un acierto, el vino nos gustó(seguramente por llevar dos meses sin probablo) pero la carne de Yak nos encantó, qué pasada! Estaba buenísimo.
Consistía en una holla con agua hirviendo en el que había trozos de Yak junto con verduras. Aparte, nos habían sacado platos con más verduras, tofu y noodles para que fuéramos añadiéndolos a nuestro gusto. Nos pusimos las botas. Tras la zampada, que en mi opinión fue la mejor del mes en China, nos fuimos a la cama. Casi no podíamos ni movermos..
Al día siguiente pasamos la mañana entera tratando de solucionar el visado para Vietnam, ya que se podía hacer online y recogerlo en Nanning, que era una ciudad que nos pillaba de camino a Guilin ( nuestro siguiente destino).
Tuvimos problemas con las tarjetas de crédito, el sistema nos daba error por lo que perdimos la mañana entera entre intentos fallidos,llamadas de teléfono y mails a la embajada de Vietnam en Nanning. Fué muy frustrante.
Por desgracia, teníamos que irnos de Shangrila aquella tarde-noche así que no pudimos ir a visitar el famoso templo de Shangrila, ya que se tardaba 2 horas en ir y otras dos en volver.
De todas maneras, como quiero volver a Tibet en un futuro, veré los templos de allí..
Total que decidimos comer primero y pasear después. Entramos en un restaurante que también tenía Yak, pero lo cocinaban de una manera diferente, así que lo pedimos y disfrutamos mucho una vez más de aquella carne.. Y de postre, yogur de leche de Yak, buenisimo!!!
La verdad es que nos encantó pero desgraciadamente, con toda nuestra pena, debíamos irnos, así que volvimos al hostal a coger las mochilas y nos fuimos a la estación de autobuses, donde volvimos a ver a aquellos cerdos en medio de la calle.

Tomamos un autobús-litera que 12 horas después nos dejaría en Kunming, capital de la provincia de Yunan.
Como anécdota contar que un pobre chino se mareó y vomitó en el bus, provocando un gran enfado en el chofer, que empezó a gritar cual poseso, diciéndole que o le daba dinero por haberle vomitado en el autobús o le echaba allí mismo (estábamos en medio de la nada...). Al final no sabemos si le pagó o no, pero no le obligó a bajarse...
Adios Shangrila!
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